martes, 19 de junio de 2012

El duelo: algo falta en esa silla



"La elaboración del duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su ausencia"
- Jorge Bucay


Callejón de Aranzazú, S.L.P
La perdida de un familiar siempre es dolorosa, más cuando la voz de la costumbre te recuerda que esa silla ya nunca más volverá a ser ocupada... al menos no por la misma persona. 

Cuando se está vivo, normalmente nuestra cabeza está llena de todo tipo de problemas: sociales, económicos, escolares, de pareja... parece que el humano siempre está ocupado y de repente enfrentarse a que existe un final, le parece una noticia difícil de asimilar.

El duelo es la etapa que todo ser humano siente ante la pérdida -en éste caso- de un ser querido, es el momento justo en el que las condolencias no sirven de mucho, cuando lo que quieres es que regrese, no importa si se puede o no, el momento del deseo no sigue la lógica... sigue el impacto de la noticia que se niega a ser aceptada. Esta etapa como todo ciclo tiene sus fases y es diferente para cada persona. 


¡Esto no puede estar pasando! 


La vida es un misterio, un día estás tomando café y galletas con alguien... y al otro día lo estás enterrando para no verlo nunca más.

La primera etapa, siempre es la negación. La incredulidad frente a una noticia que impacta nuestra realidad nos hace suponer que lo que se vive es una pesadilla, sobre todo si la muerte de quien queremos se presenta de forma inesperada en su juventud, o con una buena salud. Tampoco es que la agonía de una enfermedad borre los sentimientos de impacto, pero sin duda existe una gran diferencia entre ambas circunstancias. 

Las noticias más duras, se asimilan de forma lenta, siempre. Y el aceptar que alguien ya no seguirá el mismo camino, es duro... por eso hay que darle su tiempo.


Quizá puede haberlo evitado...


Mientras ayer reía tomando café y galletas con él, debí de preguntarle cómo se sentía... pude haberlo salvado.
Después de la incredulidad, el sentimiento de dolor va acompañado de ira: ya no lo veremos nunca más. Incluso buscamos culpables: el doctor, el café, las galletas, la misma persona... nosotros mismos, cualquier cosa en su contexto pudo haber sido el culpable y no nos medimos en pensarlo: fue una voluntad injusta. 
Justo aquí es cuando el "hubiera" hace su protagónico y nos llena de posibles soluciones, pensamientos que pudiesen cambiar la actualidad. 
Es común que las palabras de ánimos siempre digan las mismas cosas "No llores", "Se fuerte", "A él/ella no le gustaría verte así"... pero si piden mi opinión, las lagrimas siempre son inevitables, es una de las muchas formas en la que nuestros sentimientos pueden desahogarse y hacer desaparecer el incómodo nudo en la garganta.
Llore, grite, patalee, siéntase todo lo mal que quiera, porque solo presenciando la muerte, se valora más la vida.


¡Ya no quiero tomar ni café ni galletas! :(


La irá se ha agotado, aún vive uno que otro "hubiera", el apetito es escaso y dormir es la única forma de rescatar de una mejor forma los recuerdos. El sendero donde vemos a una persona perdiéndose hace que veamos la vida con pesimismo ¡Tanto sufrir para terminar bajo tierra!... la depresión es ahora nuestra compañera.
La depresión a pesar de ser la etapa más dura, también es el clímax a punto de la asimilación; junto con la tristeza nunca es mala, siempre y cuando no sea en exceso. Para mí, es un momento de reflexión, de pelearse con uno mismo porque nuestra razón apaga los deseos ilógicos que sacan una que otra lagrima. 
No tener apetito, no sonreír, sentirse sin ánimos... esos son estragos de ambos sentimientos y es importante que en horas como esas nuestros seres cercanos sean tolerantes y comprensivos. No hay porque alejarse, por el contrario es una buena excusa para estar más unidos.


Tomaré café y galletas... siempre con un buen recuerdo tuyo


Aceptación: nos hemos reconciliado un poco con la vida y lo que ha pasado; sabemos que no hay nada qué hacer, que por más llanto que hagamos no volverá. Suena triste, sí, pero la aceptación es un tributo a la persona perdida, un adiós que despide a la muerte, pero nunca un adiós que olvida para siempre.
El duelo es un proceso que se vive de forma diferente para cada persona, puede ser muy rápido o puede ser lento, todo depende del dolor que llevemos dentro y de la capacidad que tengamos para lidiar con él. La aceptación de la muerte no significa que vamos a olvidar para siempre a quien se ha ido, significa que viviremos con el recuerdo... sonriendo y no llorando.

El tan solo imaginar que un día ya no veremos más a las personas que nos rodean, nos causa un vacío en el estómago, un incontenible nudo, pero así es la vida: nacer, vivir y morir.

La muerte puede dejar algo bueno: valorar la vida, de cualquier forma ésta es lo único que tenemos. Si quien ya se fue pudiese darte un consejo en este momento, ese sería: vive, vive y nunca dejes de vivi.

...Y sí algún día muy lejano, entre risas recuerdas su voz, su cabello, el tono de su risa... recuerda también que tu sigues aquí: vivo. 


La misma silla, el mismo sitio
Aquí donde viste pasar las tardes  y la vida:
En memoria de tu recuerdo.
Nicolás Ramírez P. 


Diane Guadalupe






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